Sé que hice bien reservando la habitación del hotel con desayuno incluido, no hay ningún bar por la zona y soy persona non grata hasta que me he tomado un café, aunque sea tan malo como el de esta mañana.
Hoy vamos a visitar Brujas porque el parte meteoreológico dice que al menos hoy tendremos sol. De los demás dias no está muy seguro.
La Gare Central está llena de gente, se nota que es viernes. Con sorpresa, el ticket cuesta bastante menos de lo esperado, lo que no resulta tan agradable es que el tren de las 11 llega lleno y no nos podemos sentar. Mis pies me duelen todavia de la jornada anterior y me agobia pensar en 96 km. de trayecto en posición vertical. No estoy muy segura de poder recorrer con una sonrisa nuestro destino en esas circunstancias, así que me siento en el suelo (me da realmente igual si los demás no lo hacen) esperando que alguno de los pasajeros se apee en alguna estación y deje un asiento libre. Por suerte, a la mitad de trayecto y con parada Gante, son muchos viajantes que eligen la ciudad como destino final
Bélgica es realmente verde. Hace un poco de frio para ser Julio, pero yo me alegro de sentirlo, me abotono la chaqueta recordando la sauna en la que se ha convertido mi ático barcelonés desde junio. Amenaza con llover.
Brujas enamora desde el primer momento. Tenia miedo de que me decepcionara, suele ocurrir con asiduidad que las expectativas creadas en un viaje se rompen en cuanto este se torna realidad. No hace falta seguir un mapa, las calles conducen al centro de la ciudad. No es tan pequeño como me pensaba, quiero reseguir todas las calles e inmortalizar todas las casitas con flores, los campanarios sobresalientes, los canales, las plazas. La cámara digital que estreno no para de funcionar.
Hay muchísima gente, las calles están llenas, pero es un bullicioso silencioso, no molesta. De nuevo, se oye hablar mucho español. Sonrio cuando oigo un señor quejándose de las miles de clases de cerveza que le ofrecen en los bares " ¿de qué clase quiero la cerveza? pues grande ¿de qué sabor? me da igual, he dicho que grande" murmura
Me gusta la atención constante que tienen los belgas con los turistas. O al menos, conmigo asi ha sido. La camarera que nos atiende en el restaurante y con la cual nos comunicamos en inglés, nos anima la comida comentando algunos aspectos de la ciudad. Me recomienda un plato típico, ternera con salsa de cerveza, que acepto con gusto. Muy buena. Y la croquetas cuadradas de queso del primer plato también. Finalmente, llueve. Por suerte, en los postres, vuelve a salir el sol como si nada hubiera pasado.
Creo que llevamos muchas horas caminando si lo comparamos con las de descanso, pero dejar Brujas sin haber visto el Minnewater (o lago del amor) o dar una vuelta en barca, a mi se me hace impensable, asi que tranquilamente, nos damos otro paseo por la zona más alejada del pueblo. No me importaria quedarme más dias aqui.